jueves, 11 de julio de 2013

Ausencias - Diana Sánchez


          ´´Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices´´
                Jorge Luis Borges

Salgo a la calle y el mundo se esconde. Entonces vuelvo,  me siento frente al espejo. Y dejo la máscara sobre la mesa.
Me acuesto y en el no-sueño dibujo los rostros que deseo y la vida me niega. Día por día. Con sue tu dina riamente. Las horas caen como las hojas de los árboles en invierno. Es duro y áspero el invierno, tiene la fuerza de dios.
Entro al templo frío de olores cenicientos, aún estancados en mi garganta. Entro al templo, todo es violeta y gris. Gris y violeta. Palpito que las manos del sacerdote son heladas. Heladas y cenicientas, gris y violeta. También sus labios. Los ojos y las pieles de aquellos sacerdotes. Las cabezas sin pelo y los cuellos gélidos de los sacerdotes de cuando yo era niña.
Es duro vivir sin encuentros. Los rostros amados ya no salen a la calle. No a la calle por la que yo camino. Ni a la ruta, ni a las vías. Las orillas. No salen a la ribera, ni a los esteros. No están en los tajamares. Tampoco en la cuenca dejaron huella. Ni siquiera en las lagunas. Ni en los charcos.
Vuelvo a casa. Dejo la máscara sobre la mesa.
La canilla rota provoca un hilo de agua que atraviesa la puerta. Descalza, sigo el hilo de agua y empiezo a vislumbrar los rostros amados.
Cae la máscara de la mesa.


Acerca de la autora:  Diana Sánchez

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