jueves, 30 de mayo de 2013

Ardilla - Jesús Ademir Morales Rojas


YO te observé atrayendo de nuevo a la ardilla, con una cáscara de naranja, para luego arrojarla con un brutal puntapié entre risas insidiosas. TÚ luego, durante la ronda nocturna por el parque, no te reías igual cuando me viste descender hacia ti, desde aquel álamo frondoso. EL agujero de mi nido seguramente te pareció aterrador: los llamados agudos de mis crías al verme llegar arrastrándote quizás no te fueron muy agradables, aunque tus propios alaridos tal vez te impidieron oír alguna otra cosa. NOSOTROS roímos dulcemente tu carne: la de tu rostro despacio, yo; mis crías tus entrañas con ansioso deleite. (Tus estertores no molestaban nada, más bien eran como un aliciente). USTEDES de seguro ya estaban en busca de su compañero desaparecido, inspeccionando el parque completo. ELLOS, al descender por la alcantarilla, dieron por fin con él y con nosotros. Cuando me arrastré hasta los boquiabiertos uniformados, tan dócilmente, entre jeringas inservibles y envases vacíos de solvente; cuando fui hacia ellos dando chillidos quedos, ya no me dieron puntapiés. (A mis espaldas encorvadas, las crías gemían frenéticas por más alimento).

Sobre el autor: Jesús Ademir Morales Rojas

No hay comentarios.: