sábado, 12 de enero de 2013

Juliana - Rita Maria Felix da Silva




dedicado a Héctor Vasconcelos Serpa

Juliana vivía en una vieja casa a orillas del río Das Velas. No se sentía grande, especial o importante. Le bastaba con ser ella misma. La suya era una existencia monótona y solitaria que no tenía fin y se desarrollaba en un paraje frío y brumoso. Durante el día cazaba y comía las bestias silvestres de ese lugar o la fruta que pendía de los árboles. Por la noche, simplemente dormía.
En la mayoría de los casos, el sueño significaba un gran vacío oscuro solo interrumpido por el amanecer. Pero había momentos en los que soñaba, siempre el mismo sueño... Soñaba con el terrible pasado de guerras y matanzas y con el arma más terrible que hubiera sido utilizada jamás. En el sueño veía una gran bola de fuego cuyo fulgor asesino, su brillo que no se extinguía, se llevaba consigo a toda la humanidad.
Y entonces, soñando, asistía a la extraña conversación que sostenían dos hombres.
—¿Qué es esto, Anatole?
—Se trata de una simulación virtual, Andrej, un pequeño mundo artificial que solo existe en el entorno virtual de la computadora.
—Pero ¿por qué este escenario?
—Realmente no lo sé. Supongo que se trata de un error del programa. Imaginé una docena de escenarios, la mayoría de ellos mucho más gloriosos que este, pero siempre terminaban decantando hacia el que estamos viendo, y no se puede modificar.
—Si es un error deberías arreglarlo.
—Me temo que ya no queda tiempo, Andrej. Estoy siguiendo las conversaciones de los políticos. Están locos; usarán el arma en cualquier momento, sí, esa que hemos construido después de... Es tan horrible. Estoy muy de asustado. ¿Cómo hemos llegado a algo como esto? Destruir el mundo... Nunca me imaginé...
—Anatole, fuimos necios y ambiciosos, nos dejamos llevar por promesas de gloria y dinero. Pero prefiero no hablar de ello. Si no hay remedio, prefiero no perder el poco tiempo que me queda pensando en eso. Acerca de la simulación, ¿qué hay de la chica?
—Sí, es hermosa, ¿verdad?
—¡Magnífica! ¿Utilizó a alguien real como modelo?
—Lo creas o no, me basé en una novia que tuve hace tiempo, cuando vivía en América del Sur. Y le puse a mi simulación el mismo nombre que tenía el original: Juliana.
—Anatole, te estás convirtiendo en un viejo nostálgico.
—Puede ser.
—¿Y ella es consciente de que es solo una simulación, un entorno realidad virtual?
—Oh, no. Juliana cree que ella y su mundo son tan reales como tú y yo. Ah, y es tan inteligente y sensible como cualquier ser humano. Cuando la humanidad se extinga ella será último legado.
—Una obra de arte; ¡que pena que termine siendo destruida por el colapso de la civilización!
—No, Andrej. Sé que suena difícil de creer, pero creé este equipo y esta simulación virtual para que sobrevivan y puedan seguir operando, al menos en teoría, para siempre.
—Si has logrado algo como eso, es una hazaña impresionante. Mis felicitaciones.
—Gracias ... Espera. Un mensaje en mi celular. Andrej, me acaban de informar que los políticos tomaron la decisión; van a utilizar el arma. Será de un momento a otro. Estoy muy asustado.
—Sé que no es un gran consuelo, pero cuando se active, el final va a ser tan rápido que nadie tendrá tiempo para sentir ningún dolor.
—Es cierto. Al menos eso. Adiós, Andrej, fuiste un buen amigo.
—Tú también, Anatole. ¿Sabes, en estos momentos finales, dónde quisiera estar realmente? Si pudiese estaría en...
De un lado al otro del horizonte, llenando el cielo y la tierra, la gran bola de fuego devoró el sueño.

Juliana se despertó. De todo el diálogo, sostenido por esos hombres en un idioma desconocido para ella, solo había entendido su propio nombre. Perturbada, esa noche no pudo volver a dormirse.
Esperó que el sol volviera a salir tratando de evitar el recuerdo de ese extraño sueño, levantarse y salir a cazar, recolectar y comer, tal como había hecho el día anterior y como haría siempre. Así era la vida de Juliana.

Traducción del portugués: Sergio Gaut vel Hartman

Acerca de la autora:
Rita Maria Felix da Silva


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