viernes, 8 de julio de 2011

La primera noche - Víctor Lorenzo Cinca


La noche que fue conducida a palacio y ofrecida al sultán, la hija del visir no tuvo ningún miedo. Su plan era infalible. Sabía que nada iba a fallar, que todas esas noches leyendo relatos a la luz del candil, quemándose las pestañas, recordando antiguas leyendas y escuchando nuevas versiones, tratando de memorizar los personajes, las tramas, los desenlaces, ideando el modo de mantener la tensión y el interés, de crear incertidumbres, de engarzar un cuento con otro y así conseguir aplazar su ejecución hasta la siguiente noche, sabía que todo eso, no había sido un esfuerzo inútil. Se tendió, pues, sobre el lecho y tras brindar con el sultán empezó a contarle la primera historia.

Puso todo su empeño en aquella narración: gesticulaba exageradamente, como escenificando las acciones a medida que sucedían, anunciaba trepidantes aventuras inminentes, para dejarle insatisfecho, con ganas de más, incluso modulaba su voz según intervenía un personaje u otro. En el punto álgido de la narración, cuando estaba a punto de posponer el desenlace, pretextando una supuesta jaqueca producida por el viaje a palacio, el sultán alzó el brazo y profirió:

—Y entonces llega el mercader a su casa y se da cuenta de que todo su tesoro ha quedado reducido a tres monedas de plata, porque el mendigo al que ha negado un trozo de pan en el templo y el que se las dio días atrás, asegurándole que se multiplicarían debido a su buena acción, son la misma persona. Ese cuento ya me lo sé. Me lo contaba mi abuelo cuando era pequeño.

Y a la mañana siguiente, con los primeros rayos de sol reluciendo sobre la afilada hoja, fue decapitada.


Tomado de Realidades para Lelos


Acerca del autor:


Víctor Lorenzo Cinca

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