miércoles, 20 de julio de 2011

Continuidad de los ríos - Rafael Blanco Vázquez


—Hijo, hijo.
—Madre, madre.
—Escucha este aforismo que acabo de leer: “Al no soportar la idea de ser el último paciente de este hospital, el hombre se decide por el contagio, que él denomina, con baboso eufemismo, procreación.”
—¿De quién es?
—De M. E. Ranoci. ¿No te parece impresionante?

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—Yo siempre lo tuve muy claro. Mis hijos serían lectores empedernidos, como lo soy yo, como lo fue mi padre. En realidad sólo lo he conseguido con mi hijo, mis hijas son demasiado coquetas. Normal, el único guapo es él. Leer es viajar por los meandros del espíritu, que nunca podremos domeñar, qué linda palabra.

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Con mi madre me une ante todo una gran amistad. Podemos hablar de todo. Ella me enseñó a leer novelas de mil páginas, yo le enseñé a leer aforismos. Mi mujer se muere de la envidia, le encantaría que su madre fuera más que una madre para ella.

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—Fíjese qué aforismo maravilloso: “La voluntad: invento inverosímil de autómata con ínfulas.”
—Lo conozco. Es de B. V. Fleara.
—Lo tiene todo, concepto y sonoridad. Claro que qué sería del concepto sin la sonoridad, y al revés.
—Sería como un convencimiento sin ironía.
—¿Le he dicho ya que fue mi hijo quien me enseñó a leer aforismos? Mi padre me transmitió El Quijote y Ana Karenina. A mi hijo le debo estos sobresaltos. Es curioso lo que mi hijo se parece a mi padre y lo que se parecen mis hijas a mi madre.

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Para lo que yo quiero a mi madre no hay palabras, y eso que hay palabras para todo. Si me dieran a elegir entre mi madre y mi hija lo pasaría realmente mal. ¿Qué sería del hombre sin la herencia?

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—Madre.
—Hijo.
—No te pierdas este aforismo, en adelante mi favorito.
—Primero dime de quién es.
—Es de un autor rumano que acabo de descubrir. Se llama R. L. Flanacobea.
—A ver ese aforismo.
—“Un odio exasperado sólo puede provenir de un amor excesivo, esta desilusión de dimensiones físicas sólo ha podido provocarla una ilusión con escalofríos de dicha. Pero yo quisiera odiar a mi madre sin justificaciones.”


Acerca del autor:
Rafael Blanco Vázquez

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