lunes, 20 de junio de 2011

El cebo - Javier López


—Oiga, le repito que no tengo toda la tarde. ¡Dígamelo ya o le hago desaparecer! —la amenaza de Raymond, el espía malencarado, produjo un eco duradero en los oídos del secuestrado.
—Sabe que no puedo hacerlo, que de una u otra manera me tocará perder. Pero antes que sucumbir ante sus presiones, prefiero fenecer en manos de quien me creó. Porque seguro que ya ha leído que fallezco en este relato.
—¿Le han dicho alguna vez que habla de una manera redicha e insoportable? —y el espía malencarado por primera vez mostró algo de humanidad en su rostro, esbozando una pequeña sonrisa.
—Así me enseñaron, y de ello me siento orgulloso. Además, me ha ido bien hasta ahora imprimiéndole esta elegancia a mi discurso.
—Ya está bien, ¡ha agotado mi paciencia! ¿Me va a decir de una vez de qué trata la próxima novela de su autor?
El espía malencarado trabajaba para la editorial "Ventanas Abiertas", que rivalizaba en el mercado con "Deletras". Esta última había obtenido grandes ingresos con la venta de las obras de E. H. Matteuli. Anticiparse a la trama de la próxima novela de este auténtico superventas, sería un gran golpe de efecto.
—¿Y ahora qué está elucubrando su mente, va a aniquilarme? —volvió a intervenir el personaje, con ese tono que tanto molestaba al espía.
—No lo dude —contestó sin esperar un segundo. O habla ya, o está acabado.
—No puede acabar conmigo. Soy un personaje. Soy inmortal.
—¡Ahora verá, maldito estúpido!
En ese instante el espía comenzó a frotar la goma de borrar sobre el manuscrito, escrito a lápiz, haciendo desaparecer cada una de las intervenciones del impertinente personaje con cada pasada, con la misma vehemencia de un psicópata que se diera un baño de sangre sobre el cuerpo inerte de su víctima.
La editorial "Ventanas abiertas" tardó poco en cerrar. Raymond, el espía malencarado, fue despedido. Y Matteuli continuó con sus éxitos. El personaje que había dejado secuestrar era solo un cebo, y le sirvió para escribir este relato, que apareció en su siguiente libro.
Solo tuvo que cambiar los nombres y enmascarar algunas de las circunstancias.

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