lunes, 2 de agosto de 2010

Otoño experimental – Pablo Moreiras


Ya va siendo hora, susurras, y el aire frío hace tiritar mi piel, y el vaho de tus palabras empaña mi laberinto mientras la húmeda y macilenta luz de la noche urbana se hace hueco entre nuestros ciegos huesos.
El otoño, indefectiblemente, nos va dejando desnudos, poco a poco, a lomos de silencio, tu memoria queda a la intemperie y tus recuerdos son perros que ladran a la luna, habitantes solitarios del arrabal y el abandono.
Mis mudas manos te buscan en los últimos rincones del pasado, atrapados como barcos hundidos en el acuoso olvido de tus iris, verdes como el musgo de los estanques callados.
Mira, como caen las hojas de los tristes esqueletos blancos erguidos hacia el cielo, tocan sus dedos lo celeste, lo rayan y lo arañan, como esperanzas desesperadas.
El olor a mar llega recorriendo callejones y malditas aceras, llaman a la puerta los astros desterrados de la ciudad, tú los almacenas entre botellas de vino, en la cocina atesoras tu tráfico de estrellas.
Ya va siendo hora, susurras, y ya sé que has decidido adelantarte al destino, y ya sé que mi vida no habrá de sufrir todo el dolor que da el recuerdo, quebrando la piel y los andamios del latido.
Sin más me agredes, me rompes el cuerpo a dentelladas, y todo yo me derramo, entre oscuras luces, en versos no nacidos.

Tomado de: http://sevendepoesia.blogspot.com/


Acerca del autor:

1 comentario:

josefa fernandez dijo...

Colgando los pies en el acantiado del tiempo tuyo,
lamido por la lengua del mar solo,
es como una soledad nostalgica y amada,
cuando el reloj corta las horas con premura,
cuando el tiempo licua su sonrisa
y lo comparte contigo latamente,
la soledad te ama
y, tu, respondes la llamada.
MARCELINO