lunes, 19 de julio de 2010

Semántica onírica - Javier López


Los cuatro expedicionarios caminábamos por la selva india. Un lugar hermoso y fascinante, en el que el peligro acecha cada metro que avanzas.
Y ese peligro se encontraba agazapado en un montículo de unos tres metros de altura. Sin haberlo visto antes, sin darme tiempo para reaccionar, un tigre volaba por los aires a mi encuentro.
El salto del felino desde el promontorio lo colocó en décimas de segundo a centímetros de mí, hasta que pude sentir que sus zarpas se posaban sobre mis hombros y todo su peso caía sobre mi pecho, derribándome.
Supe de inmediato que ya no tenía escapatoria, que estaba viviendo los últimos instantes de mi corta vida y moriría devorado por aquel colosal ejemplar.
Justo cuando iba a asfixiarme por la presión de sus fauces sobre mi cuello, el animal se deshizo en una lluvia de fuegos artificiales de color rojo intenso, y proyectó una gran cantidad de humo de ese mismo color.
Entonces desperté. Y supe que el tigre, con el que había estado soñando, debía ser de Bengala.

2 comentarios:

Unknown dijo...

¿Eras vos el dueño de los tigres que ando buscando? ¡Bravo!

Javier López dijo...

Caso de que lo fuera, lamento comunicarte que se volatilizaron, Patricia.
¡Gracias por el comentario!