lunes, 22 de febrero de 2010

Rutina - Antonio J. Cruz

Despierta, se ducha, desayuna y parte rumbo a la oficina. Un día más en una vida gris y sin sorpresas. Desde lejanos tiempos está solo, acostumbrado a la rutina y ha olvidado todas aquellas cosas que nos hacen sentir vivos. Ya no tiene esperanzas. Camina hacia la parada del colectivo. Sabe que tras un corto viaje bajará, caminará unos metros, abrirá su oficina, se sentará en su escritorio y revisará expedientes hasta la hora de salida, volverá a su casa, calentará comida en el microondas, dormirá la siesta y después irá al café a dejar correr las horas. En su vida todo es previsible.
Lo que no puede prever es que, en unos minutos, unas caderas habrán de contonearse unos pasos más adelante, quedará hechizado por una mirada franca y transparente y por una sonrisa pícara y sincera mientras viajan, la que habrá de renovarse cuando ambos desciendan en la misma parada.
Por la tarde, con ansiedad contenida, saca el papel arrugado del bolsillo, toma el teléfono y marca. Cuando escucha la voz de la mujer del otro lado de la línea sabe que ha encontrado el camino de regreso a la vida.

1 comentario:

Kittypandora dijo...

Eso es amor... qué buena forma de volver a la vida, yo hubiera sugerido que comprara un perro o terminaría suicidándose