martes, 16 de febrero de 2010

El infinito particular - Paulus Deluca


-Apuntes de táctica -

Marisa Monte al aire en la fonola que me he hecho en el ordenador grande y vestidito con el gi, (de blanco y en pijama... para ganar tiempo, que diría la locaza de Joaquín...), tanto como para terminar de sudarle el apresto, Taikyoku Shodan, Nidan, Sandan y los primeros movimientos del Heian Shodan uno detrás del otro, despacio, prestando atención a la respiración y a la forma en que cada técnica se realiza para corregir los vicios que sé que tengo al hacerlos...

En el Uchi Uke, acordarme de torcer hacia afuera la mano para tensar la musculatura alrededor del radio, en el Shoto Uke, subir la mano para cargar inercia y barrer en diagonal, el Gedan Barai, comenzarlo desde la oreja... Kokutsu Dachi sobre la pierna posterior, Zenkutsu Dachi sobre la anterior, cuidado con la rodilla... Tibia vertical, pero más abajo... Otra vez...

Y así, uno tras otro, movimientos y palabras que me resultan tan nuevos como viejos conocidos son los golpes para cuyo conjuro fueron concebidos... recuerda... sticky arms... un brazo roza el otro en las paradas y carga tensión, no olvides el hikite ni desaproveches la fuerza del suelo... Kime, más kime... más aún...

Es curioso esto de entrenar haciendo sombra. Como en las clases de danza, cuesta desinhibirse al principio hasta que en una de esas, se logra ese estado de concentración en que los pensamientos fluyen sin palabras desde la médula espinal directa hacia brazos y piernas sin pasar por el cerebro... Como en el ejército... pelear y a la vez resolver sumas y restas. ¿Te acuerdas?

De repente puedo ver a mi oponente imaginario frente a mí, con mi peso y estatura, midiéndome, como yo lo mido a él, controlando su respiración como yo controlo la mía, sus pupilas en las mías y la barbilla fuera de mi alcance como yo intento mantener la mía fuera del suyo, atento al menor indicio que señale que va a lanzar su ataque...

Y entonces, sin que yo lo haya ordenado conscientemente, ¡Paf! salta mi cuerpo por si solo y detiene una patada a mi izquierda, golpea al estómago, para de nuevo dando media vuelta, nuevo golpe, parada baja izquierda y combinación de un-dos-tres que me sorprende con un cambio de ritmo...

De pronto, en el último movimiento, me sorprenden la profundidad de mi respiración, lo mucho que sudo y sobre todo, la contundencia y el volumen de mi grito: un ¡Raa! seco y desde el fondo del estómago que no había oído nunca antes así, mientras mi enemigo imaginario se desvanece derrotado por esta vez y vuelve a mi infinito particular, de donde volverá regularmente, cada tarde, con armas y trucos nuevos para así obligarme a hacer frente a todo eso de mí mismo que aún no conozco.

Con autorización, extraído de: http://paulus-de-best.blogspot.com/

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