viernes, 9 de octubre de 2009

Un abrigo - José Luis Vasconcelos


El taxi avanza con paso de bestia recién alimentada. Más atrás, un convertible rojo se aproxima. El auto de alquiler entra a una callejuela. El otro vehículo sigue en línea recta y dobla a la izquierda dos calles más adelante; luego se detiene. Alguien abre la portezuela del convertible y lanza sobre el pavimento el cuerpo desmadejado de una mujer pelirroja envuelta en un abrigo.
Cuando el taxi sale de la callejuela, gira hacia la derecha; luego continúa dos cuadras y tuerce a la izquierda. Una hembra de cabellos colorados y muy abrigada hace una señal para que se detenga.
Calles adelante el conductor observa por el espejo retrovisor. No hay nadie en el asiento trasero, excepto la prenda que cubría a su pasajera.
El ruletero que levantó a la pelirroja tiembla de terror en el psiquiátrico.
Un amante llora. Recuerda cómo enterró una y otra vez el puñal holandés en el cráneo de su pareja infiel. Sonríe tristemente porque su orgullo fue lavado con sangre.
La del cabello rojo dibuja su propia muerte frente al espejo. Después se vuelve tigre y roe sueños en el interior de una jaula húmeda y fría.
Días después llaman a la puerta de la casa del amante asesino. Un mensajero de rostro cadavérico le entrega en propia mano el abrigo atigrado, recién salido de la tintorería.
La hoja amarillenta donde leí esa vieja historia rueda ahora por la calle, busca la protección de un poste.

Tomado de: http://rojanota.blogspot.com/

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