sábado, 11 de julio de 2009

Construcciones sobre el ojo - Mónica Sánchez Escuer


En este pequeño cráter cabe el orbe entero. Algo en sus bordes da vértigo, perturba. Parece un hoyo negro en medio de la carne. Un grito mudo. Tal vez es la boca del ojo, la fuente de todas sus tristezas. O quizá el sexo abierto de un cuerpo que espera. Es todo lo que podemos ver, lo que imaginamos, lo que nunca habíamos visto.
Tomar una fotografía es resaltar un instante o un detalle que para otros ha pasado de largo, ese doblez en la vieja cortina de un teatro, o los pliegues de la sombra cayendo como lluvia sobre un muro rugoso. Pero lo cierto es que en la fotografía, aunque nos muestra un trozo de realidad, hay siempre invención: el fotógrafo descubre y en su encuadre compone. Vemos lo que él nos muestra, lo que su ojo busca y, al encontrar, construye. El encuentro con el instante, con el detalle, nunca es totalmente fortuito; y Edgar Ladrón de Guevara lo sabe de sobra, por eso no sale a las calles a cazar arrugas en el asfalto ni a buscar atardeceres en los rostros del metro. No, Edgar nos muestra que cada ojo crea sus propios universos, que no hay azar ni fortuna en la mirada, sólo, tal vez, como decía Stravinsky, el “presagio de un descubrimiento”. No le interesan retratos ni líneas que sean límites: los ojos que construye no tienen contornos, se expanden o compactan, se pulverizan como tierra en la ventisca.
Tomado de: http://monicaescuer.blogspot.com/

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