martes, 7 de enero de 2014

En un bar los turnos que toma Martina - Héctor Ranea


—¡Hola! ¿Bar el Yacaránda? —dijo en inglés el buen Teddy. Luego de un segundo de silencio, Martina le responde, en castellano.
—Bar el Jacarandá; sí, señor.
—En la televisión le llaman Yacaránda, ¿sabe? —insistió con cierta presuntuosa pronunciación de Eton, el irascible Teddy—. En todo caso —siguió en inglés, claro—, ¿tienen una mesa para esta noche, señorita...? ¿Cómo se llama usted?
—Martina, señor. ¿Quiere la mesa cerca de la barra o cerca del escenario?
—¿Están muy lejos unas de otras? —dijo con ironía Teddy.
—Una está más cerca de la barra, la otra casi tocando el escenario —precisó Martina con buen humor.
—¿Sólo dos mesas? —interrogó perplejo Teddy.
—Sí; sólo dos, por esta noche.
—¡Ah, sí! Es para esta noche; claro. ¿Tocan The Beatles, no es cierto?
—¿Quiénes son esos, señor? —dijo en castellano Martina.
—¡Pero cómo! ¿No conoce a los cuatro fabulosos? —dijo Fabs Four pero Martina entendió los fabulosos cuatro y yo escribo los cuatro fabulosos.
—¿Son unos chicos con flequillo? Simpáticos. Sí; deben ser ellos. Hay uno muy educado y callado. Los otros son divertidos.
—¿Dijo usted simpáticos? —ese acento británico estaba siendo parecido a tener apoplejía sin previo aviso.
—¿No le gusta que diga simpáticos? —replicó Martina, ya con sorna—. ¿Le preparo la mesa con una cerveza negra?
—¿Usted sabe que The Beatles jamás mencionaron la cerveza en sus canciones?
—¿Me va a enseñar a manejar un bar, señor de Eton? ¡Floreat Eton! —espetó Martina, ya vencedora. El señor de pronunciación altisonante colgó, rojo de ira. Luego se supo: no había ya lugares en el Jacarandá y Martina se hizo pasar por la empleada aunque en realidad estuviera peleando el último lugar en la barra así que, con su acento más british (en inglés en el original) posible se acercó al del bar y le dijo:
—Acabo de encontrar un lugar libre, amoroso. Lo tomo.
Con esas palabras el del bar no tuvo más remedio que entregárselo a la joven Martina. El tarado de Teddy de Eton que se joda.

Sobre el autor: Héctor Ranea

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