martes, 14 de mayo de 2013

Luben - Luis Benjamín Román Abram


Habían transcurrido dos semanas desde que había amerizado de emergencia y sin proponérselo en la Tierra, cerca de la costa del Perú. Se las había arreglado para salir de la problemática situación. A continuación, siguió el protocolo de su civilización: permanecer anónimo y aprender sobre la sociedad en la que estaba. Le fue útil el inductor telepático de conocimiento, hasta que dejó de funcionar por los elementos químicos de nuestra atmósfera, sin embargo, antes pudo ilustrarse sobre lo básico de la legislación peruana y comenzar con su exploración.
Luben era un humanoide que proveniente del planeta Roam, uno cientos de años luz del Sistema Solar, de un planeta similar al nuestro. Tenía algo más de dos metros de altura, una contextura que se podría denominar delgada y la piel rojiza. Comparado con nosotros su aspecto externo era original; pero en la noche con la ayuda de una capucha invernal, pasaba desapercibido en las calles de Lima.
Pudo haber recibido un premio en medio de la campaña vial del gobierno, donde se invitaba a peatones y conductores obedecer el reglamento de tránsito. Su acatamiento a las indicaciones de los semáforos era escrupuloso. Pero muchos en la capital incumplían deliberadamente con las mismas; lo que causaba demasiados accidentes mortales.
El día catorce de su llegada cruzando adecuadamente por el crucero peatonal un automóvil lo impactó. El deceso no pudo ser investigado porque, casualidad estelar o no, a los pocos minutos llegó un equipo de rescate de su mundo y recuperaron su cuerpo.
Siglos después, cuando por fin los humanos nos integramos a la sociedad interplanetaria, más allá de nuestro sistema solar, encontré en sus centros de enseñanzas para hacer nuevos contactos, la reconstrucción de lo sucedido. Se invitaba a reflexionar sobre las sociedades primitivas que tenían leyes muy claras de convivencia pero cuyas habitantes debían estar alerta porque muchos no las cumplían, y sobre las sociedades avanzadas que no lo eran tanto porque uno de sus miembros no había podido evitar dos accidentes graves en catorce días.


Sobre el autor: Luis Benjamín Román Abram

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