jueves, 25 de abril de 2013

Jesús vuelve - Ernesto Simón


Hora cero: Jesús entra a un bar de Manchester. Viste pantalón de yin, camisa negra, campera de cuero y unos borcegos de suela alta. Lleva lentes oscuros, a pesar de ser noche, para que nadie lo reconozca. Su pelo largo y su barba descuidada no dicen mucho más.
Cero y treinta: Jesús pide un vodka con jugo de naranja y hielo. Bebe. Mira. Se asombra.
Una y cinco: Unos chicos esquinjeds, la cabeza rasurada y tachas por todas partes, le buscan la roña. Lo insultan. Uno lo escupe. Otro lo empuja contra la barra.
Una y catorce: Jesús se quita los anteojos. Los mira con furia. Levanta sus ojos al cielo y grita: perdónalos señor, no saben lo que hacen. Los muchachos se ríen. Ordenan una jarra de cerveza que pronto pasa de mano en mano. Lo rodean. Soy Jesús, el Hijo de Dios, les grita aterrado. He vuelto a la tierra para salvarlos. Su voz no tiembla, sus piernas sí. No eres más que un vagabundo que busca nuestro favor, dice uno. El otro lo acusa de pobre infeliz, desgraciado indefenso y le pega una patada que da justo entre sus piernas. Jesús cae. La música aturde. Parece un corazón gigante que entró en taquicardia. La cerveza sigue su recorrido por el círculo de esquinjeds que lo rodea. Uno de ellos saca una navaja, se pone en cuclillas y la clava. Jesús se retuerce. El de la navaja hace un corto recorrido con su mano. Ahora raja todo el vientre de Jesús. Ríen. Toman. Patean. Música. Luces que se encienden y se apagan.
Una y treinta: Todo sigue igual. Esta vez no hizo falta cruz. No hubo Calvario. Magdalena ni se vio.
Es una noche fría de septiembre en Inglaterra. El tiempo, la música, los tragos, la euforia y la historia, todo avanza y crece en el interior del bar. ¿Jesús? Sigue desangrándose en el suelo.

Acerca del autor:  Ernesto Simón

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