jueves, 15 de noviembre de 2012

El sofá de cuero - Maritza Ramírez Suárez


Fue hace años. Dicen que eran las seis de la mañana y don Aníbal puteó su mala suerte: los ascensores no funcionaban y subió los cuatro pisos, arrastrando los pies, por una escalera estrecha y sin luz. Temía despertar a su mujer. Le dolían los pies, la cabeza y las cinco caipirinhas. Sólo necesitaba llegar hasta el living. Chocó varias veces con los muebles y las puertas. Por fin llegó al sofá de cuero. Sofocado, se desnudó con dificultad y luego desparramó sus ochenta kilos. Se durmió como un bebé.
Era lamentable que la oficina estuviera en un cuarto piso, al igual que su departamento, era lamentable que en el mismo llavero, tuviera las llaves de la oficina y las de su casa. Era lamentable ese sofá de cuero en medio de la recepción.
Su secretaria, la primera en llegar, declaró en el sumario. Aún recuerda el ronquido, los calcetines grises, una pierna apuntando al cielo y la otra apoyada en el piso, su humanidad al aire y el olor. Al final, lo echaron. Después pasó al olvido, hasta ayer, que me mandaron a limpiar la bodega y me encontré con el famoso sofá de cuero.

Acerca de la autora:
Maritza Ramírez Suárez

1 comentario:

Arturo dijo...

Maritza:
Muy buen relato.
Cuando trabajaba en una fábrica, los muchachos de mantenimiento lo llevaban a un morocho, compañero de ellos, a dormir la mona en un sofá derruído que había en el sótano.
Cuando al fin se despertaba, salía con los ojos que parecían dos brasas, por lo rojo que estaban...
Saludos cordiales.