miércoles, 28 de marzo de 2012

Zoila - Raquel Barbieri


Zoila se levanta a las cinco, entra al baño y parada sobre una palangana enlozada,
se hace sus abluciones matutinas con una toallita áspera empapada en agua tibia tirando a calentita, previo enjabonamiento cuidadoso y metódico de su cuerpo entero, como en un ritual. A su lado tiene dos jarras de agua para enjuagarse y una toalla blanca prístina. Así, la sirvienta se dispone a comenzar su día estando limpia y lozana; son para esto las cinco y media, y a esa hora ya está vestida con su uniforme azul lavanda, delantal gris y zapatillas blancas inmaculadas. Se ha peinado con un rodete prolijo y tirante que oculta su hermosa cabellera rojiza que ya deja ver alguna cana o dos, quizás tres pero no más. De su piel y su pelo irradia el aroma a limpio del jabón de lavanda. Ella tiene el olor de la ropa recién planchada y parece recortada de un catálogo.

Zoila cumple. Habla y come poco, lee, no roba, ni piensa siquiera en tomar lo ajeno. Sólo vive para cumplir con su destino de empleada doméstica y sí sueña que es diseñadora de ropa y que las modelos más finas llevan su obra puesta, mientras en algún desfile distinguido, se la menciona y no al pasar, como una diosa de la alta costura: Zoila Leguizamón, nada de prêt-à-porter, no, por favor; la señora dijo que eso es cosa de gente cache sin clase, entonces Zoila diseñará vestidos, faldas, blusas y tapados únicos, a pedido, obras de arte… aunque si además tuviera una sección de prêt-à-porter, su público aumentaría y ella podría vestir con gusto a las clases menos pudientes.

Zoila se levanta todas las santas mañanas a las cinco en punto, y todavía tiene ganas de soñar con un futuro incierto en donde existe una casa de modas que lleva su nombre. Ella sabe que tal vez no lo logre, pero el mero hecho de pensar que es posible, la obliga a dibujar, a pensar y a leer, a tener sus dibujos guardados en el roperito de su cuarto, envueltos en papel de seda azul para que no se pongan amarillentos con el correr de los años. Esto es lo que hace que Zoila tenga ganas de levantarse cada mañana y sus ganas de vivir aumenten.

Mi mamá me mima, mi mamá me ama, el bebé duerme en la cuna, Odila amasa, Isolda alisa, ese oso me mira, mis amigos me dan la mano, el osito come miel y Zoila lava, friega, cose, pule, encera, cocina, plancha, ordena, seca, sueña despierta y se levanta temprano...

Raquel Barbieri

Extraído de Despertar de la Crisálida

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