martes, 26 de julio de 2011

La diversión de la Guerra – Carlos Feinstein


Estaba muy lastimado, la pierna derecha terminaba en un muñón sangrante cortada en trozos antes de la rodilla, me faltaba un brazo y posiblemente tenía el pecho hundido y todas las costillas rotas, no estaba seguro si conservaba la mandíbula, pero la sonrisa era evidente.
Para evitar el sufrimiento me disparé una bala expansiva en la sien. Ya muerto recogí la placa id. Era un serie 28, una versión mía a la cual el destino le había sonreído. Más de 30 pulpos yacían muertos o completamente despedazados, muchos de ellos mostraban signos de agonías brutales. Los pulpos, como llamamos a los invasores extraterrestres no podían haberse imaginado que la forma de guerra mas barata para los humanos fue la de clonar a los peores sicópatas y mandarlos de a cientos en oleadas una y otra vez. Y yo era la máxima expresión del guerrero clonado. Un asesino serial que disfruta de matar y morir. Hoy estaba invitado a una verdadera fiesta, no había razón por la cual esperar y perder la diversión.

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