domingo, 14 de febrero de 2010

Dele Delia - Max Goldenberg


Dele Delia… dígame que si. Dígame que me quiere como yo la quiero a usted. Dele Delia, no se haga la estrecha y sienta mi corazón como si fuera el suyo. Aunque, se lo digo Delia y no lo mando a decir, el suyo está mucho mejor protegido que el mío por su busto que es un busto que da gusto, Delia. Dele… dele… no sea así conmigo. Recuerde cuando nos conocimos Delia. ¿Se acuerda? Seguro que se acuerda pero se hace la sota para no aflojar. Yo no puedo olvidarme como tropecé con su mamá en la puerta de la biblioteca. ¿Se acuerda Delia? Usted estaba con ella y justo salían cuando yo levanté la mano para saludar al Osvaldo. Pobre su mamá, Delia, que ni me vio venir y por supuesto yo tampoco a ella. Yo no sé si fue el julepe o el golpe de mis nudillos contra su nariz lo que la hizo llorar pero cuando ella gritó yo la vi a usted Delia radiante como una flor cuando llega la primavera. ¡Cómo me voy a olvidar, Delia! Dele Delia, dele. No me va estar ignorando todo el tiempo. Con todo lo que pasamos Delia. Dele… dele una limosna de amor a este ñato que la ama con toda su alma, Delia. Acuérdese Delia, acuérdese cuando compartimos ese pirulín el día de la primavera en Palermo. ¿Rememora ese momento, Delia? Usted quería una manzana con caramelo pero yo le dije que se iba a empalagar. No usted ¿eh? la manzana se iba a empalagar con tanto caramelo junto. ¿Se acuerda que me dijo que era un pelotudo y que no la moleste más y que me meta el pirulín en el traste? Yo si me acuerdo porque sus ojos me miraron como miran solamente el amor y el odio, Delia. Dos emociones tan distintas pero tan juntas que parecen hermanos, Delia. Yo le compré el pirulín igual y usted lo tiró para mi lado. Otros hubieran pensado que intentaba pegarme en la cara pero yo sé que usted me lo tiró porque quería compartirlo conmigo. Delia, dele. No me tenga en ascuas constantemente. Dígame algo, dígame que el sol sale por las noches y yo le creo, Delia. Como esa vez que me dijo que vaya hasta La Boca a ver si River Plate jugaba de local contra Sacachispas y yo fui como un tarambana enamorado. Delia Delia… Dele. Deme Delia, dele deme. Deme mentiras pero deme algo Delia. Yo tengo guardado todavía el ramo de rosas de su fiesta de quince Delia. El que usted revoleó llevando su suerte a quien lo ataje. Y lo atajé yo, Delia. ¿Es casualidad, Delia? La respuesta se la doy yo: no. No es casualidad porque yo le pagué treinta y dos pesos a su prima Amalia por ese ramo Delia. Pero ahora es mío y lo tengo en mi casa Delia. Mi madre siempre me dice que lo tire porque esas rosas podridas dejan un olor terrible en toda la casa pero a mi no me importa nada Delia. Porque lo único que me interesa es estar con usted. Dele Delia, deje que la quiera Delia. Deje que la enamore mi voz, que el sonido de mi canto la atraiga como las aves al momento de aparearse. ¿Se recuerda Delia cuando en la escuela aprendimos la “danza de la seducción” de los largartos del Amazonas y yo la reproduje a su lado en la formación del Día de la Bandera? Usted se quería morir y me pateaba porque yo estaba acostado en el piso del patio mordisqueándole los tobillos pero yo sé que eso era parte de ese baile de amor, Delia. Yo se que la largarta se tiene que hacer rogar y que los golpes que usted me daba en la cabeza con su zapato y los gritos de espanto formaban parte del ritual. Una semana tardé en que me dejaran salir del hospital, Delia, porque no podían sacar una parte de su taco de adentro de mi marote. Habrán sacado ese cacho de madera, Delia, pero no sacaron lo más importante: mi amor por usted. Dele Delia, dígame que no y no la molesto más. Dígame que me vaya y me voy. Dígame que el amor que yo siento por usted es una mentira y me doy media vuelta. Pero dígame algo Delia. Dele Delia, dele a este pobre chichipío un atisbo de cariño y con eso estoy hecho. No se vaya Delia, no llame a ese policía. Podrán llevarme, podrán alejarme con una orden de un juez como la de la semana pasada Delia; pero nunca, nunca Delia, podrán alejarme de usted. Dele Delia. Dejeme que me entere, que cese este revés. Esperé envejecer, extenderle cheques de fe. Serénese. Me frené. Cederé. Que me lleven. En vez de ser el rey seré el pebete.
Deje Delia. Deje.

Tomado de: http://max.com.ar/
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1 comentario:

Florieclipse dijo...

Bien contado y divertido. Qué ritmazo.