jueves, 30 de abril de 2009

Determinismos de la costumbre - Saurio


Una última pregunta. ¿Es Ud. homosexual?
Le diré la verdad. Yo creía que se trataba de un pavo real que, en vez de plumas, tenía flores. Sin embargo, resultó ser una mujer desnuda que cargaba un ramo de rosas. Por eso, creo que destruir los relojes con el único propósito de recordar este momento por siempre es una solución coyuntural y que, a la larga, nos llevará a una guerra fraticida.
Disculpe, pero no me está respondiendo mi pregunta.
Claro que no. Ud. tampoco está preguntando mi respuesta.
Sin embargo, hace sólo dos horas sugirió estar enamorado de su pez.
¡Ah, sí! Pero en ningún momento afirmé haber exclamado "¡Quiero comer tierra!" mientras siete colegialas cruzaban la avenida Pavón cantando "Corré, pintura, corré, corré". Además, ya es demasiado tarde y debo realizar una serie de llamados telefónicos.
¡Oh! Entonces ¿Dios existe?
¡Sí! ¡Y es exquisito con perejil!
¡Hijo!
¡Padre!
¿Por qué tuviste que fornicar con tu madre? ¿Acaso no te era suficiente con tu hermana?
Perdón, pero es un hecho científicamente aceptado que cuando el sol sale por el este es de día y cuando lo hace desde el oeste es de noche. Así que no me venga ahora con sofismas tales como que si lastimamos a quien más amamos entonces curamos a quien más odiamos.
Claro, claro. Sin embargo, también es un hecho científicamente comprobado que no es lo mismo ser oscuro que estar pintado de negro. Por eso, quiero que me conteste de una buena vez: ¿Asesinó o no a Madame Edouarda el 28 de Terriembre de 1427?
Me temo, mi querido Higgins, que Ud. se está confundiendo. Le recuerdo que quien la asesinó ese día fue Ud. y no yo, que lo hice el 27 de Retiembre de 1428. También, ya que lo menciona, fui yo quien le puso mermelada al fonógrafo de Yvette para evitar que su hermana Yvanna continuase quejándose de que sólo escuchábamos canciones amargas y ninguna dulce melodía de amor.
¿Cuántos años tiene Ud.?
Ciento seis el mes que viene, señor.
¿Y no le parece que es hora que me confiese la verdad?
Puede ser, puede ser. Lo que sí es seguro es que me parece que es inhumano negarle un fracaso a un cosaco, y mucho más si no se le adosa una alpargata bigotuda o un televisor destruído. Sobre la costumbre de arrancarle las tetillas a los cornudos con una tenaza al rojo vivo aún no tengo una posición tomada, pero si me llama dentro de media hora mi secretaria le dirá que estoy en una reunión, cuando, en realidad, y Ud. bien lo sabe, me encuentro llorando arrodillado frente al inodoro. Porque, al fin y al cabo, no es ningún crimen mirar la radio de vez en cuando.
Cierto, cierto. Pero no me va a negar Ud. que al colectivo 561 le dicen "La Cucaracha".
No, eso es innegable. Como también es innegable que el gato de Schrödinger no está ni vivo ni muerto sino que está vivo y muerto. Por eso yo he optado por orinarme encima antes que pedirle permiso a la maestra. Pero no se entusiasme, mi querido Hartman, que aún no hemos descubierto quién asesino al decimotercer Conde de Ffwagtington.
Perdone, pero el asesino es Ud. Lo confesó hace cinco minutos.
¡Imposible! ¡Si yo no tengo reloj!
¿Entonces...?
Entonces la verdadera quietud consiste en mantenerse quieto cuando hay que quedarse quieto y avanzar cuando corresponda avanzar, esas son leyes de santidad y justicia. Porque si el corazón piensa constantemente todo se complica, la mujer debe ser como nave de mercader, abrir la boca con sabiduría y la ley de clemencia estará en la lengua. Por eso mejor sería cortar por lo sano y no cantar victoria, que quién más anda más se cansa. Esto siempre lo decía mi madre. Mi padre no. Mi padre decía "Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista, así que hecha tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo hallarás". También me decía "No robes al pobre, porque es pobre. Mejor róbale al rico y cuando te acuestes no tendrás temor sino que te acostarás y tu sueño será grato". Y, ocasionalmente, decía "En vano he azotado a vuestros hijos, porque toda la tierra será asolada, pero no la destruiré del todo, ya que vuestras iniquidades permanecerán".
Una última pregunta. ¿Es Ud. homosexual?
No, soy morocho. Pero eso no me es impedimento para tener los cabellos rubios y los ojos claros. Es más, creo que, a la larga, resulta una ventaja. Quien sabía bien de estas cuestiones era mi pez, sin embargo, él murió, dejándome en la ignorancia y la estulticia.
No desespere, siempre es posible aprender de la experiencia.
¿En serio?
No.
Me lo temía.
Yo no. Yo me lo untaba en la tostada. Pero Ud. está evadiendo la cuestión principal: ¿Quién embarazó a las mellizas Yvette e Yvanna?
Quizás fue mi madre, quizás mi hermana. Yo no, yo siempre me abstuve de fornicar con ellas mientras menstruaban. Simplemente me conformaba con mojar el pan en la salsa roja y dulce que fluía entre sus piernas y corría, cual arroyo cantarín, por las cunetas suburbanas y las alcantarillas metropolitanas.
¡Onanista!
¡Animista!

3 comentarios:

Delfín Beccar Varela dijo...

Sergio, no conocía este blog, la verdad qeu me parece una muy buena propuesta. Ya te enviaré algún texto para colaborar.
Aprovecho para dejarte una invitación para que conozcas nuestro sitio, creo que te va a interesar.

Ricardo Giorno dijo...

—Hoy, 30 de aquenotebril, digo y sostengo que el 60 es acuaplaning.
—¿Usted quiere decir que le gustó el cuento de saurio?
—Confiese o cósase.
—Bueno, está bien.
—Entonces estamos de acuerdo.
—Por supuesto que no.
—Coincidencia plena. Eso me gusta.
—Aguante Saurio.
—Aguante.

Ogui dijo...

Sencillamente genial! Qué diálogo! Me gustó...