lunes, 29 de septiembre de 2008

El guardián - Yoss


El Valle Yermo es un desierto inmenso. En su centro se alza lo que para unos es un templo y para otros la cápsula donde un dios destronado duerme fuera del tiempo. No hay modo de saberlo: el castigo de los milenios lo ha reducido a ruinas amorfas. 
Pero el Guardián sigue impidiendo que nada o nadie se acerque. Nunca duerme y patrulla sin descanso. Es la Bestia Definitiva: seis patas robustas con garras terribles, una gran boca repleta de colmillos y una larga cola que culmina en aguijón. Piel verde y erizada de púas que resiste al láser y a las explosiones atómicas. Tan astuto que nadie ha burlado jamás su vigilancia, y velocísimo, aunque hoy mide más de cien metros de largo.
Como el mítico Fénix, es único en su especie e inmortal. Cada cinco años su epidermis invulnerable se raja y de sus entrañas surge otro Guardián, o ¿quién sabe? quizás el mismo, pero algo más pequeño que en su forma anterior, cuyos restos devora con parsimonia.
Nadie lo ha visto jamás comer más que eso, y que los cadáveres de los pocos temerarios que lo desafían penetrando en el Valle Yermo. Por ello, y por su color, algunos sabios suponen que se alimenta del sol y el aire y que más que animal es planta.
Para los sabios es una entidad creada por alguien o algo, y no surgida de modo natural. Como no puede volar, lo estudian desde el aire. 
Dicen que, vista desde lo alto, la forma del Valle Yermo es idéntica a su silueta. 
Basándose en la lenta pero constante disminución de su tamaño, y suponiendo que originalmente sus dimensiones fueran las del valle mismo, han intentado calcular cuánto tiempo lleva allí el Guardián, vivo, solo y custodiando las ruinas. 
Los cálculos arrojan una cifra que supera en cientos o hasta miles de veces la edad hasta hoy aceptada del Universo.

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