miércoles, 20 de agosto de 2008

Las muñecas rusas crían muñecas rusas - Jorge X. Antares


Vio su cuerpo yaciendo en coma en la cama del hospital.
—Puedes elegir, quedarte así, sabiendo lo que te pasa sin poder comunicarte,... o bien, puedes vivir un sueño ajeno a todo esto —dijo el demonio de ojos brillantes.
—¿Una mentira?
—Una mentira piadosa. Piénsalo. Una nueva vida. Podrás incluso elegirla a medida.
—Supongo, que todo esto tendrá un precio.
—Por supuesto, por supuesto. Pero ya hablaremos de ello en su momento. En todo caso, olvidarás este episodio para que disfrutes más y no estés agobiado con temas de deudas.
Miró su cuerpo de nuevo, ese trozo de carne que encerraba su conciencia.
—Si no quiero volverme loco, sólo tengo una opción. ¿Verdad, demonio?
—Sabia decisión. ¿Algo en especial?
—Ya puestos, siempre he deseado ser una cosa...

El escritor dejó de teclear y sintió un toque gélido en el hombro. De pronto, todo estuvo claro. Una voz largamente olvidada entonó las temibles palabras.
—Vengo a cobrar.
—¿Quieres... quieres mi alma?
—Por supuesto que no. Soy más ambicioso. Prefiero las de todos los que leen tus cuentos... como este.

1 comentario:

Olga A. de Linares dijo...

¡UPSS! Menos mal que yo no estaba leyendo... ¿me creen, verdad?